martes, 18 de diciembre de 2007

Arrivederci, Roma


No seré yo el que vuelva a Italia. Al menos a Roma.
Visitar esta ciudad es toda una experiencia, sin duda. Hay montones de cosas para ver y sitios para visitar. Pero todo esto se viene abajo cuando tenemos que tratar con la gente de alli. Hay de todo, por supuesto. Pero de cada 10 personas a las que les preguntas algo, media te ayuda en algo. Siendo nuestro idioma y el suyo tan parecidos, no debería haber problemas a la hora de comunicarse. Pero cuando una de las dos partes no hace NADA por establecer dicha comunicacion, pues no hay nada por hacer. Utilizan muchos anglicismos (un tren directo es un tren "non stop") pero cuando les preguntas algo, ya sea en ingles o chapurreando italiano, se acabó. No parece que se tenga con el turismo el cuidado que debería tenerse. Cobran por usar los servicios en los sitios públicos (estaciones). La policia trata a la gente como ganado. Se les pregunta algo y ni te miran a la cara. Hay auténtica reverencia hacia los uniformes.
El domingo por la noche cogimos el tren para hacer noche en el trayecto Roma-Milán. Nada más subirnos al tren (TODOS los trenes en Italia llegan tarde, TODOS) se nos vino el mundo encima. Creiamos que iba a ser el mismo que nos llevó a Roma, pero nada más lejos de la realidad. De hecho, era un tren sacado de alguna pelicula rumana ambientada en el sigo XIX. Gente empujando como si fuese el metro de Tokio, pisando, chillando... los pasillos (de no más de 50 centímetros de ancho) estaban llenos de gente sentada que no dejaba pasar mientras recibiamos empujones y pisotones. Gritos y más gritos. Cuando finalmente pudimos encontrar un sitio, nos encontramos sentados frente a un señor mayorcete italiano que llamaba a todos los españoles arrogantes. El tren hizo una parada y se subio gente. Fue entonces cuando nos enteramos que los asientos estaban numerados y tuvimos que ceder nuestros sitios a sus propietarios. Nadie nos habia informado de que se podia (pagando 3 euros más) reservar asiento. Y hablo de la persona que nos vendió los billetes en la estacion de Termini, en Roma.
Tuvimos que volver a buscar sitio. Nos recorrimos lo 4 vagones y no encontramos nada. Se lo dijimos al revisor y nos dice literalmente "y que quieres que haga yo?" (porque nosotros SI que nos molestamos en entenderlos a ellos). Entonces fue cuando estallé. Le dije que queria inmediatamente un sitio para Susana y para mi. Nos querían meter en compartimentos separados. De eso nada. Nos encontraron un sitio. Apretados, incomodos. Gente chillando toda la noche.
No volveremos, no. Al menos a Roma, porque Milan es un sitio mucho más tranquilo.
Aqui dejo un par de videos. El primero es de La Capilla Sixtina y el segundo de la actuación de Stefano Sabatini trio, un grupo de jazz que actuaba cerca del hostel donde nos hospedamos.



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